jueves, 18 de julio de 2013

1990 EL FIN DEL APARTHEID: EL NACIMIENTO DE LA NACIÓN ARCOIRIS


El Apartheid, que en lengua afrikáans significa "separación", fue un sistema de segregación racial que afectó a la población negra de Sudáfrica desde 1948, cuando el Partido Nacional lo impuso como política oficial. Este sistema, que marginó a la mayor parte de la población sudafricana y la mantuvo en condiciones de miseria, se prolongó hasta 1990. La presión internacional y los movimientos internos de resistencia condujeron a su desmantelamiento y al posterior proceso de  transición a la democracia, impulsados por el luchador social Nelson Mandela.
 Sudáfrica había sido colonizada por blancos desde el siglo XVII, cuando llegaron los primeros inmigrantes holandeses. En el siglo XIX se convirtió en colonia británica tras el triunfo de los ingleses en esta zona. En 1910 Sudáfrica obtuvo autonomía limitada. Con ello inició un período en que ingleses y Boers (los descendientes de holandeses) compartieron el poder. Ambos velaron por el mantenimiento y consolidación de la hegemonía blanca. El racismo como manifestación de poder y superioridad, era desde hacía mucho tiempo una práctica habitual de la minoría blanca sudafricana. La legalización del Apartheid dividió profundamente a la sociedad. De su institucionalización surgió una estricta reglamentación que reducía al mínimo el contacto entre las razas, restringiendo a los negros la entrada y salida de las ciudades, su  tránsito y movilidad en ellas y los lugares u oficinas públicas a donde podían entrar. Jurídicamente, el Apartheid prohibía a los negros la tenencia de tierras en zonas residenciales de blancos, así como el ejercicio de profesiones o la apertura de negocios que representaran competencia o que se instalaran igualmente en  lugares restringidos. Los negros tampoco podían votar ni ser elegidos para puestos públicos. Sus derechos eran limitados y desde 1959 no eran reconocidos como ciudadanos sudafricanos.
 En 1960 en Sharpeville, tuvo lugar la primera gran manifestación en contra del Apartheid, que concluyó con la matanza de al menos 69 personas. A partir de ese momento, la lucha por los derechos de los sudafricanos, la caída del Apartheid y la democracia se convirtieron en los objetivos fundamentales para líderes como Nelson Mandela, quien pasó 27 años en prisión por su abierta oposición al régimen racista. Por otro lado, la opinión pública internacional comenzó a presionar y a censurar al gobierno sudafricano por sus acciones. En 1961 Sudáfrica fue expulsada de la Commonwealth. En 1972 se le excluyó de los Juegos Olímpicos de Múnich y, en 1977, el régimen sudafricano fue oficialmente condenado por la comunidad occidental y castigado con un embargo de armas y material militar. En 1985 la ONU convocó a un embargo económico al que se sumaron muchos países que incluso retiraron sus empresas e inversiones de Sudáfrica. Todo esto provocó una grave crisis que llevó a la intensificación de los disturbios civiles y obligó a las autoridades sudafricanas a aplicar algunas reformas. En 1989, Frederik de Klerk asumió la presidencia y, sin más alternativa, inició el desmantelamiento del Apartheid. Mandela fue liberado y llamado a jugar un rol fundamental debido al peso de su figura y su poder de convocatoria. En 1994 participó como candidato a la presidencia, cargo que obtuvo por mayoría absoluta. Con él, la población negra recuperó sus derechos civiles y políticos y Sudáfrica se convirtió en una República multirracial que busca convivir en el respeto por la diversidad de los pueblos que la conforman, por lo que se le ha llamado desde entonces la nación del arcoíris.



Casa de la Historia

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