Por: Luz de María Muñoz.
La antigua civilización Maya nos
ha dejado una rica herencia cultural que vale la pena conocer y el alboroto
levantado por nuestros profundos miedos catastrofistas, es un muy buen pretexto para ello.
Entonces nos preguntamos ¿Quiénes
eran los Mayas?
Los mayas son un pueblo
mesoamericano que alcanzó su mayor momento de esplendor entre el 300 d.C. y el 900 d.C., tiempo que se conoce por los
especialistas como “el periodo clásico”, tras el cual siguió un paulatino
declive, pero no la extinción, ya que los mayas no sólo opusieron una feroz
resistencia a la conquista española en 1521, sino que hoy en día sus
descendientes continúan resguardando la herencia cultural mediante el lenguaje,
la rica y elaborada vestimenta, la exquisita cocina y el bagaje de creencias y
narraciones.
La zona cultural maya abarca aproximadamente
400,000 km² desde el río Grijalva hasta el valle del Ulúa en Honduras y al río
Lempa de El Salvador. En la República Mexicana abarca los estados de Tabasco,
Chiapas y Yucatán, así como los países de
Belice y Guatemala. Fueron en
tiempo prehispánico expertos astrónomos y matemáticos que plasmaron su forma de
concebir el universo a través de la escritura. Conocían a la perfección el
movimiento de los astros y gracias al uso del Cero, lograron uno de los
calendarios más exactos de los tiempos antiguos. Pero la concepción del tiempo era
distinta a como lo concebimos nosotros hoy en día. Independientemente de su
sistema de cuentas, cuya base era vigesimal, el tiempo maya conjugaba lo
religioso con la vida cotidiana, de modo que eran la misma cosa. Algo semejante
ocurría con el tiempo pasado. No separaban lo mítico de los hechos reales y en
sus estelas las legendarias dinastías tenían tanta importancia como los
gobernantes de los que efectivamente tenemos evidencia, de modo que el pasado
mítico era también el pasado histórico.
Aun así, se ha podido establecer
que la fecha importante desde donde parten los relatos se sitúa alrededor de
nuestro año 3114 antes de Cristo. A partir de ese año transcurría la era que
concluye el 23 de Diciembre de 2012 o más exactamente, “el día 4 Ahaw-3
Kank’iin concluye el 13 Baktún”, según aparece mencionado en el Monumento 6 de Tortuguero, en el Estado sureño
de Tabasco en México. ¿Y esto qué significa?
De acuerdo con el calendario y
con la cosmovisión maya, significaba solamente la conclusión de un ciclo.
Porque para ellos el tiempo era cíclico y no lineal como nosotros lo
concebimos. Dentro de la tradición judeo-cristiana partimos, o bien del momento
de la Creación o bien del nacimiento de Cristo y nos dirigimos siempre hacia
adelante para llegar a un “final” o a un
“tiempo final” donde tendrá lugar el juicio de Dios o el Armagedón… pero
no volveremos a iniciar nuestra cuenta con la segunda venida de Dios, porque de
acuerdo al credo católico, ese es precisamente, el fin de los tiempos.
De esta forma, considerar que los
mayas profetizaron el fin del mundo con la mención de una fecha correspondiente
a su cuenta-larga del tiempo, es sencillamente, tergiversar el testimonio
documental (ya que la escritura en piedra es un documento histórico) y, como lo
señala Erik Velázquez García, uno de los más importantes mayistas mexicanos y
experto en escritura jeroglífica del pueblo maya, las interpretaciones que se
han hecho de los testimonios mayas no son sino “extrapolaciones posmodernas al
pasado mesoamericano, que nada tiene que ver con nuestros propios miedos,
prejuicios, esperanzas o fantasías milenaristas, pues de hecho, la cultura maya
poseía una visión del tiempo y del futuro completamente ajena a la nuestra”.
Finalmente, cabe hacer algunos
comentarios adicionales: ni la cultura ni el calendario ni las estelas mayas
hacen referencia a una destrucción catastrófica del mundo en estas fechas,
porque para ellos el final del 13 Baktún significaba un nuevo comienzo y en
todo caso, la concepción de una catástrofe tenía más bien la forma de una
inundación, pues no compartían la idea del fuego como ente purificador de los
pecados (ya que para eso practicaban el autosacrificio). Así mismo, los mayas actuales
tienen otras preocupaciones más urgentes y terrenales, como es la solución a
sus problemas de educación, salud y empleo; las de recuperar el respeto y la
dignidad de su pueblo, manteniendo su identidad y herencia cultural sin
convertirse en producto turístico, entre otros pendientes.
Ya en 1994 desde Chiapas, los
pueblos originarios dieron la voz de alarma para que recordáramos que es
posible, dadas las condiciones de su pueblo y de muchos otros, que si no
atendemos a sus reclamos a tiempo, existe el peligro de que ellos desaparezcan
antes de que llegue cualquier fin del mundo.
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