lunes, 10 de diciembre de 2012

DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS



Sin duda, una de las épocas más oscuras de la historia reciente de la humanidad fue la primera mitad del siglo XX, en donde nefastos personajes con discursos incendiarios de odio e intolerancia, sumieron al mundo en terribles guerras que atropellaron la  dignidad humana. Después de la Segunda Guerra Mundial, las naciones creyeron necesario establecer un código ético que sirviera como manifiesto para contrarrestar tanta barbarie y mediante el cual se rescataran y reconocieran los derechos inalienables e intrínsecos de la humanidad. Era necesario además que este manifiesto tuviera  alcance internacional. Con este propósito,  la Organización de las Naciones Unidas (ONU) constituyó una comisión integrada por destacadas personalidades para redactar la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El documento resultante es un  manifiesto de buena voluntad que fue aprobado por los países miembros. Y, a pesar de que la Declaración  carece de obligatoriedad y de fuerza vinculante, desde el primer momento se convirtió en  la hoja de ruta esencial  en el desarrollo de mecanismos de protección de los derechos humanos en el mundo, así como en la base y fundamento para la legislación interna de muchos países.

Hoy nos aterra pensar en la esclavitud, en la Inquisición, en los campos de concentración y en todos los horrores cometidos durante los procesos de colonización, cuyas múltiples violencias hacia los Derechos Humanos fueron legitimadas en el pasado por los estados. Hoy, gracias a que contamos con nuevos referentes éticos y con nuevos marcos legales, la sociedad ha aceptado la misión de resguardar la dignidad humana y señalar su vulneración como algo inadmisible para cualquier estado de derecho. Así, la fundamentación de los derechos humanos se encuentra consagrada en la Declaración Universal, pero la lucha por su defensa es una tarea permanente que compromete a todos los seres humanos.


Diana Buritica Pineda
10 Diciembre 2012



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