viernes, 2 de noviembre de 2012

EL HALLOWEEN ENTRE NOSOTROS



EL HALLOWEEN ENTRE NOSOTROS


Por: Hist. Luz de María Muñoz.
En estos días, más que fuerzas extrañas u oscuras, se apodera de nosotros un ansia festiva y lúdica. Pensamos sobre cuál sería el mejor disfraz para este año y poco a poco nos embarga una sensación de euforia. Salir a la calle transformados para dejar escapar al estrés, hacer bulla, reir… y el 31 de octubre,  “víspera del Día de Todos los Santos”, mejor conocida como  Halloween nos da la oportunidad ideal. Lo curioso es que, a pesar de todas las múltiples transformaciones que esta celebración ha tenido desde sus orígenes, así como del fenómeno de comercialización de que ha sido objeto en las décadas recientes, el Halloween conserva el elemento de bullicio que tuvo en un inicio.
Los antiguos celtas celebraban en la noche del 31 de octubre una importante fiesta llamada Samhain con la que marcaban el inicio del año nuevo y hacían un balance de los abastecimientos de alimentos y ganado que les ayudarían a sobrevivir el crudo invierno, pero también era una ceremonia en donde se buscaba ahuyentar a los espíritus malignos que en aquél día lograban cruzar la dimensión que los separaba de los vivos. La relación con los muertos deriva posiblemente del hecho de que para los pueblos nórdicos de Europa, el invierno podía traer la muerte para los miembros más débiles de la comunidad, como niños, enfermos o ancianos. El invierno es también el periodo de mayor oscuridad en aquellas latitudes. Los días se acortan y no sólo no hay vegetación disponible, sino que la luz solar es débil y corta. De esta forma, los druidas o sacerdotes celtas encendían enormes hogueras y la gente bailaba y gritaba ataviada con vestidos de pieles y máscaras de animales feroces, haciendo mucho ruido para confundir a los espíritus y alejarlos.
Posteriormente, con la llegada de los romanos, la fiesta del Samhain se fusionó con la fiesta romana de la cosecha, patrocinada por Pomona, la diosa de los frutos. Pero una vez que el cristianismo llegó, las fiestas paganas debieron transformarse una vez más. Así, el clero no pudo eliminar esta antigua celebración, pues se mantenía muy arraigada entre los pueblos que se estaban convirtiendo a la nueva religión. Decidieron entonces trasladar la celebración del Día de Todos los Santos al 1 de noviembre y el 31 de octubre se mantuvo como “la víspera”, de donde viene su nombre: All Hallows Even. Fueron los irlandeses, quienes por su origen celta conservaron con mayor cercanía los elementos primigenios de la fiesta original, aunque ahora con un sesgo cristiano y la celebraron desde entonces.
Entre 1840 y 1845 hubo en Irlanda una gran hambruna que obligó a millones de personas a migrar hacia otros países. Muchos llegaron a Estados Unidos y a través de ellos, la celebración del Halloween. La popularidad del Halloween en Estados Unidos se dio durante los años veinte del siglo pasado y su impacto internacional, a partir de la década de 1980 cuando las películas de terror invadieron las salas de cine del mundo.
En resumen y a manera de reflexión,  podríamos decir  que la presencia de esta fiesta entre nosotros, colombianos y latinos, además de ser el pretexto ideal para desplegar nuestra creatividad con disfraces, fiestas y actividades para los niños, el Halloween es también una forma de conjurar nuestros miedos más profundos. Aprovechemos entonces la ocasión para unirnos a esta catarsis colectiva, alejar a los espíritus que nos inquietan y en cambio, recordar a los seres amados que nos han dejado, cerrando un periodo e iniciando uno nuevo, liberados del miedo al cambio, a  lo desconocido, a lo diferente y sobre todo, liberados del miedo al encuentro con nuestro prójimo. 

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