martes, 16 de octubre de 2012

REFLEXIONANDO SOBRE EL 12 DE OCTUBRE





Por: Hist. Luz de María Muñoz.

El 12 de Octubre, día en que por toda Latinoamérica recordamos la llegada de Cristóbal Colón a nuestro continente, resulta ser un pretexto ideal para reflexionar sobre varios aspectos de nuestra identidad. A pesar del tiempo y de los avatares de las naciones latinoamericanas, sigue siendo pertinente preguntarnos ¿quiénes somos?

Somos latinos, somos mestizos y compartimos a lo largo y ancho de nuestra inmensa tierra patrones culturales y herencias milenarias que muy a menudo pasamos por alto o pretendemos ignorar. En América Latina somos también diversos y la fuente de nuestro mestizaje no fue solamente resultado del encuentro entre los españoles y los indígenas, pues no debemos olvidar que si nuestra realidad está llena de ritmos y colores es también gracias a la presencia africana.

La génesis de nuestro ser diverso y único; exuberante y parco está situado en ese lejano momento cuando las naves del almirante avistaron tierra firme en 1492. Lo que siguió a ese momento fue un parto doloroso y lento. El encontronazo de las antiguas grandes civilizaciones azteca e inca contra el ataque español retumba todavía entre nosotros como la onda expansiva de una gran explosión. Sus consecuencias aún nos conflictuan y al cuestionarnos sobre quiénes somos, todavía miramos con inercia irresistible hacia Europa,  hacia el pasado indígena, hacia África… buscamos la explicación y las razones en la distancia, en el tiempo, en lontananza pero ¿y si estuviera dentro de nosotros mismos?

Muchas veces hemos sentido que los sistemas políticos y económicos en los que nuestras naciones se aventuraron una vez que lograron la independencia fueron como un vestido que quedaba mal puesto y apretado. El convulso siglo XIX dio cuenta de ello. Luego vino el siglo XX con su vorágine de industrialización y desarrollo, crecimiento demográfico y dinámicas económicas mundiales que no daban tregua. América, simultáneamente joven y vieja, como la llama William Ospina, se esforzaba en una loca carrera por alcanzar sueños capitalistas que se truncaban cada vez ante las crisis, las revoluciones, los golpes de estado, la burocracia, las guerrillas… Hoy enfrentamos nuevos retos, América Latina es la esperanza económica y el lugar hacia donde giran los reflectores internacionales en vista de la crisis por la que atraviesa el viejo continente. Y estamos ansiosos: Brasil, Colombia, México, calientan motores para arrancar con nuevo impulso hacia la conquista del auge económico en medio de la coyuntura política que representa el debilitamiento de las grandes potencias mundiales. Sin embargo, los múltiples pendientes sociales dificultan el despegue.

Cabría hacer entonces una pequeña pausareflexiva para mirar y para escuchar qué nos dicen esos conflictos no resueltos, esa resistencia tenaz de comunidades alejadas que parecen gritar en el desierto; esos jóvenes que marchan por las calles ¿qué nos dicen?

En 1994 en México el levantamiento de los indígenas del estado de Chiapas dieron la voz de alarma ante la aplastante andanada de políticas neoliberales que amenazaban una vez más con destruir su mundo. Ellos estaban ahí desde hacía siglos enteros, sobreviviendo siempre al margen de sistemas económicos y políticos impuestos desde perspectivas ajenas a la suya. Y no buscaban sino que se les tomara en cuenta y que el Estado cumpliera con sus obligaciones. Por un instante, la comunidad internacional los miró con extrañeza y oyó sus quejas. Pero al poco tiempo, ese mundo indígena volvió al silencio. Tal vez esperan, como según lo dicen sus tradiciones, que haya un cambio o una transformación de la conciencia, una nueva era en donde ellos y todos los grupos originarios que viven entre nosotros, recobren la voz que perdieron injustamente hace más de 500 años.

Por lo tanto, no está de más mirar hacia el pasado y recordar nuestra historia para tratar de dilucidar esta difícil cuestión que nos persigue desde entonces ¿quiénes somos? Pero sobre todo, ¿quiénes queremos ser?

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