JORGE ELIÉCER GAITÁN Y LOS USOS DE LA MEMORIA
Hay una vieja canción de Joan Manuel Serrat
basada en un poema de Antonio Machado, llamada “La saeta”, que pone en voz de
los gitanos de España el lamento: “No eres tú mi cantar. No puedo cantar ni
quiero a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar”. Creo que se puede
decir algo muy similar sobre la memoria del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán,
pues desde su asesinato el 9 de abril de 1948 se ha recordado más su sacrificio
y los desórdenes que le siguieron que el pensamiento y obra de quien participó
activamente durante más de veinte años de la vida política nacional.
Hay que recordar que Jorge Eliécer Gaitán
no fue solamente un candidato presidencial asesinado, sino un político que en
su corta vida alcanzó a ocupar posiciones tan importantes como representante a
la Cámara, ministro de Educación, ministro de Trabajo, magistrado de la Corte
Suprema de Justicia y alcalde de Bogotá. Durante su ejercicio en estas entidades,
Gaitán alcanzó a introducir innovaciones administrativas y a poner sobre el
tapete temas inéditos en la administración nacional. En 1929, por ejemplo,
mientras era representante a la Cámara, adelantó el primer debate nacional
sobre el incidente de “la masacre de las bananeras”, ocurrido en diciembre del
año anterior, y en él denunció la gravedad de la represión militar en el
departamento del Magdalena a la huelga de trabajadores del banano. El incidente
de la masacre de los trabajadores, que posteriormente inmortalizaría Gabriel
García Márquez en Cien años de soledad, fue difundido en un primer
momento por la voz portentosa y la oratoria ardiente del joven liberal en el
recinto del Congreso de la República en el mes de septiembre de ese año.
Poco después, cuando fue ministro de
Educación, Gaitán defendió la propuesta de comedores escolares para los
estudiantes del país, y como alcalde de Bogotá ordenó campañas de higiene entre
la población, como el uso obligatorio de zapatos o el uso de uniformes limpios para
los empleados públicos. Estas medidas se tradujeron en una mejora en la calidad
de vida de miles de niños y la dignificación y salud de los trabajadores
distritales. También en su posición de alcalde de la capital, Gaitán alcanzó a
inaugurar la primera Feria del Libro de Bogotá (Gaitán fue hijo de una maestra
de escuela y de un librero), evento que se ha venido realizando hasta el día de
hoy, precisamente en el mismo mes que el del magnicidio del líder, sin que
muchas veces se ponga en evidencia la relación existente entre ambos sucesos.
Aunque no hubiera sido desde un cargo
público, Jorge Eliécer Gaitán también cambió para siempre la política
colombiana en su papel de candidato en las campañas presidenciales para las
elecciones de 1946 y 1950. En primer lugar, fue uno de los primeros que puso en
boca de los hombres de gobierno el tema de la reivindicación y protección de
las clases populares. Para ese momento América Latina bullía con la nueva
fuerza de las clases trabajadoras y campesinas que se levantaban para exigir un
papel protagónico en la sociedad. El aumento de la población y la migración de
buena parte de esta del campo a la ciudad para trabajar en las emergentes
industrias que se montaban en América del Sur hicieron que surgiera una gran
masa urbana que se apoyaba en líderes populistas como Juan Domingo Perón, en
Argentina y Lázaro Cárdenas, en México, quienes defendían el nacionalismo y la
vida digna para todos. En Colombia, Jorge Eliécer Gaitán fue el líder en
sintonía con este fenómeno continental y, aunque no tuvo la oportunidad de
poner en práctica los proyectos que contemplaba para las clases desfavorecidas,
su constante alusión al pueblo raso, por encima de los partidos Liberal y
Conservador, introdujo una nueva retórica de carácter social en los discursos
políticos de la segunda mitad del siglo XX, a pesar de que muchas veces esa
orientación se convirtiera en demagogia vacía en la voz de otros candidatos.
Otro cambio radical en las costumbres
políticas de Colombia asociadas a las campañas gaitanistas fue la aparición de
la pasión y de los temas de la vida cotidiana en los asuntos tratados en sus
discursos. Colombia venía desde 1886 en una tradición de índole conservadora
donde la norma era que los presidentes y estadistas se dedicaran al cultivo de
las letras, la gramática y la poesía, y se debatieran los temas de interés
nacional en ámbitos cerrados en la capital de la República, sin representantes
del pueblo ni referencias a los temas de interés del país real. En los
discursos de Gaitán, por el contrario, los problemas de cada familia para
alimentar a sus hijos reemplazaron las referencias a la Biblia, y los
estentóreos gritos “¡por la restauración
moral, a la carga!” desplazaron los latinajos y alusiones al pasado
greco-romano. En su voz, los temas concretos eran más importantes que las
alusiones abstractas a la política teórica. Gaitán modernizó la retórica
política colombiana y desde entonces, ya sea con sinceridad o hipocresía, los
hombres de Estado se han referido constantemente a los asuntos de interés
popular en sus alocuciones e intervenciones mediáticas.
Lastimosamente, la brillante carrera de
Jorge Eliécer Gaitán fue destruida violentamente el 9 de abril de 1948, cuando
se proyectaba como el favorito para ganar las elecciones presidenciales de
1950. El día de su muerte se desató en todo el país la rabia de un pueblo que
sintió truncadas sus esperanzas una vez más. Por eso es en cierta medida
incorrecto seguir hablando del “Bogotazo” para recordar ese día, pues no fue
solo en Bogotá que se presentaron incidentes en contra del gobierno
conservador. El 9 de abril de 1948 no hubo únicamente una revuelta popular
descontrolada sino un auténtico intento de revolución. En lugares como
Barrancabermeja, por ejemplo, se estableció durante más de una semana un
autodenominado “poder popular” que tomó el poder en nombre de su caudillo caído
y en muchos pueblos y ciudades del país se organizaron batallones de carácter
revolucionario. Como se sabe, este levantamiento no alcanzó a derrotar al conservatismo
en el poder, pero se puede considerar como un momento histórico del alcance e
importancia de la revolución de los Comuneros de 1781 o de la Junta Popular de
Santafé que se conformó, paralelamente a la Junta Suprema, el 20 de julio de
1810. También es inexacto pensar que ese día aciago la mayor parte de Bogotá
fue destruida por las muchedumbres liberales. Sin duda hubo destrozos
considerables cerca del lugar del homicidio, pero con el tiempo se ha
comprobado que muchos edificios solo sufrieron daños superficiales pero fueron
poco después demolidos para adelantar procesos de renovación urbana en la
ciudad, aduciendo supuestos daños irreparables causados por el “Bogotazo”.
Pero lo más triste de la memoria del 9 de
abril es que se haya tomado como la única fecha conveniente para recordar a Jorge Eliécer Gaitán. Se diría
casi que se le quiere recordar como un muerto y no como un vivo. Nunca es tarde
para cambiar esta costumbre y empezar a recordar a Jorge Eliécer Gaitán como lo
que fue: un hombre que vivió, propuso y logró algunos cambios invaluables en la
política del país, y cuya voz e ideas siguen teniendo eco 65 años después de su
muerte.
Si
desea escuchar algunos fragmentos de los discursos de Jorge Eliécer Gaitán,
puede hacerlo en
Por:
Nicolás Pernett. Historiador.
Excelente homenaje en alusión a la memoria de la vida, no de la muerte. A ver si logramos que las nuevas generaciones conozcan estos personajes más allá de su impresión en un billete. Felicitaciones!
ResponderEliminarCasa de la Historia (y mucha más gente) podría ayudar a que la próxima revolución no falle, al ilustrarnos sobre estos hechos. Lo que Gaitán hizo de alcalde y de congresista nos debe alertar para el presente, cuando llegan políticos en pro de ese tipo de obras sociales. Buenísimo el artículo. ¿Cuál debería ser la fecha para conmemorarlo?
ResponderEliminarEl 7 de febrero de 1948 Gaitán convocó a más de cien mil personas a marchar en total silencio por las calles de Bogotá en protesta por la violencia política venida desde el gobierno conservador. Ese día es recordado como la Manifestación del Silencio. Esa podría ser una buena fecha para recordarlo.
EliminarNicolás, el artículo es excelente y muestra una perspectiva poco abordada de la trascendencia de Gaitán en la vida política de este país. Felicitaciones!
ResponderEliminarExcelente mirada a un legado, enmarcado en la violencia....
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