JORGE ELIÉCER GAITÁN Y LOS USOS DE LA MEMORIA

Hay que recordar que Jorge Eliécer Gaitán no fue solamente un candidato presidencial asesinado, sino un político que en su corta vida alcanzó a ocupar posiciones tan importantes como representante a la Cámara, ministro de Educación, ministro de Trabajo, magistrado de la Corte Suprema de Justicia y alcalde de Bogotá. Durante su ejercicio en estas entidades, Gaitán alcanzó a introducir innovaciones administrativas y a poner sobre el tapete temas inéditos en la administración nacional. En 1929, por ejemplo, mientras era representante a la Cámara, adelantó el primer debate nacional sobre el incidente de “la masacre de las bananeras”, ocurrido en diciembre del año anterior, y en él denunció la gravedad de la represión militar en el departamento del Magdalena a la huelga de trabajadores del banano. El incidente de la masacre de los trabajadores, que posteriormente inmortalizaría Gabriel García Márquez en Cien años de soledad, fue difundido en un primer momento por la voz portentosa y la oratoria ardiente del joven liberal en el recinto del Congreso de la República en el mes de septiembre de ese año.
Poco después, cuando fue ministro de
Educación, Gaitán defendió la propuesta de comedores escolares para los
estudiantes del país, y como alcalde de Bogotá ordenó campañas de higiene entre
la población, como el uso obligatorio de zapatos o el uso de uniformes limpios para
los empleados públicos. Estas medidas se tradujeron en una mejora en la calidad
de vida de miles de niños y la dignificación y salud de los trabajadores
distritales. También en su posición de alcalde de la capital, Gaitán alcanzó a
inaugurar la primera Feria del Libro de Bogotá (Gaitán fue hijo de una maestra
de escuela y de un librero), evento que se ha venido realizando hasta el día de
hoy, precisamente en el mismo mes que el del magnicidio del líder, sin que
muchas veces se ponga en evidencia la relación existente entre ambos sucesos.
Otro cambio radical en las costumbres
políticas de Colombia asociadas a las campañas gaitanistas fue la aparición de
la pasión y de los temas de la vida cotidiana en los asuntos tratados en sus
discursos. Colombia venía desde 1886 en una tradición de índole conservadora
donde la norma era que los presidentes y estadistas se dedicaran al cultivo de
las letras, la gramática y la poesía, y se debatieran los temas de interés
nacional en ámbitos cerrados en la capital de la República, sin representantes
del pueblo ni referencias a los temas de interés del país real. En los
discursos de Gaitán, por el contrario, los problemas de cada familia para
alimentar a sus hijos reemplazaron las referencias a la Biblia, y los
estentóreos gritos “¡por la restauración
moral, a la carga!” desplazaron los latinajos y alusiones al pasado
greco-romano. En su voz, los temas concretos eran más importantes que las
alusiones abstractas a la política teórica. Gaitán modernizó la retórica
política colombiana y desde entonces, ya sea con sinceridad o hipocresía, los
hombres de Estado se han referido constantemente a los asuntos de interés
popular en sus alocuciones e intervenciones mediáticas.
Lastimosamente, la brillante carrera de
Jorge Eliécer Gaitán fue destruida violentamente el 9 de abril de 1948, cuando
se proyectaba como el favorito para ganar las elecciones presidenciales de
1950. El día de su muerte se desató en todo el país la rabia de un pueblo que
sintió truncadas sus esperanzas una vez más. Por eso es en cierta medida
incorrecto seguir hablando del “Bogotazo” para recordar ese día, pues no fue
solo en Bogotá que se presentaron incidentes en contra del gobierno
conservador. El 9 de abril de 1948 no hubo únicamente una revuelta popular
descontrolada sino un auténtico intento de revolución. En lugares como
Barrancabermeja, por ejemplo, se estableció durante más de una semana un
autodenominado “poder popular” que tomó el poder en nombre de su caudillo caído
y en muchos pueblos y ciudades del país se organizaron batallones de carácter
revolucionario. Como se sabe, este levantamiento no alcanzó a derrotar al conservatismo
en el poder, pero se puede considerar como un momento histórico del alcance e
importancia de la revolución de los Comuneros de 1781 o de la Junta Popular de
Santafé que se conformó, paralelamente a la Junta Suprema, el 20 de julio de
1810. También es inexacto pensar que ese día aciago la mayor parte de Bogotá
fue destruida por las muchedumbres liberales. Sin duda hubo destrozos
considerables cerca del lugar del homicidio, pero con el tiempo se ha
comprobado que muchos edificios solo sufrieron daños superficiales pero fueron
poco después demolidos para adelantar procesos de renovación urbana en la
ciudad, aduciendo supuestos daños irreparables causados por el “Bogotazo”.
Pero lo más triste de la memoria del 9 de
abril es que se haya tomado como la única fecha conveniente para recordar a Jorge Eliécer Gaitán. Se diría
casi que se le quiere recordar como un muerto y no como un vivo. Nunca es tarde
para cambiar esta costumbre y empezar a recordar a Jorge Eliécer Gaitán como lo
que fue: un hombre que vivió, propuso y logró algunos cambios invaluables en la
política del país, y cuya voz e ideas siguen teniendo eco 65 años después de su
muerte.
Si
desea escuchar algunos fragmentos de los discursos de Jorge Eliécer Gaitán,
puede hacerlo en
Por:
Nicolás Pernett. Historiador.
