miércoles, 20 de marzo de 2013

DAVID LIVINGSTONE: UN CORAZÓN QUE LATE DESDE ÁFRICA



El 19 de marzo se cumplió el bicentenario del natalicio en 1813 de David Livingstone, el gran explorador y médico escocés que vivió en África durante más de 30 años y cuya memoria sigue viva en dicho continente gracias al amor y la entrega con la que trabajó entre su gente hasta que la disentería (última enfermedad tropical, de las muchas que padeció), se lo llevó.
Livingstone es considerado como el “primer luchador por la libertad de África”, ya que denunció los maltratos que sufría la población y condenó duramente la esclavitud, haciendo un llamado para que se liberara al África de este mal,  en un tiempo en que Inglaterra era prácticamente la dueña del mundo.
Sus exploraciones y travesías por el territorio africano son legendarias, así como su calidad humana y la misión evangelizadora que llevó a cabo en la región. Livingstone participó también en la búsqueda del nacimiento del río Nilo, cartografió enormes extensiones y descubrió las Cataratas Victoria, a las que bautizó así en honor de la reina de Inglaterra.
Por otro lado, Livingstone es sin lugar a dudas uno de los pocos personajes blancos que conservan una amada memoria entre los pueblos africanos que lo conocieron. Su paso por diferentes ciudades ha dejado huella en nombres que se conservan como Blantyre y  Livingstonia en Malaui, así como la ciudad de Livingstone en Zambia. A la muerte del filántropo en 1873, Inglaterra reclamó la repatriación del cuerpo para brindarle sepultura y honores en la Abadía de Westminster, pero antes de que los restos de Livingstone partieran para siempre, los africanos que lo acompañaron en sus últimos momentos sacaron el corazón de su cuerpo y lo enterraron bajo un árbol, porque su corazón, decían, pertenecía a África.

viernes, 8 de marzo de 2013

8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER


Como reconocimiento a la larga lucha femenina por la defensa de sus derechos, iniciada desde finales del siglo XIX,  en 1975 la ONU decretó oficialmente al día 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer. Esta fecha recuerda además el trágico episodio ocurrido en 1908 en la fábrica Cotton Textile Factory de Washington, cuando las obreras que trabajaban en condiciones miserables se declararon en huelga para exigir mejoras laborales. En vez de atender a sus demandas, las obreras fueron encerradas  y el dueño prendió fuego a las instalaciones, dando como resultado la muerte de más de cien mujeres que sólo querían trabajar dignamente.
Más adelante, las aceleradas transformaciones que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XX le dieron mayor resonancia a las movilizaciones de miles de mujeres en todo el mundo, sin embargo, el tercer milenio nos alcanzó con grandes pendientes como la erradicación de la violencia de género y la no-discriminación.


MOVIMIENTOS FEMINISTAS DEL SIGLO XX
Las figuras femeninas que han luchado por los derechos de la mujer a lo largo de la historia han sido muchas, pero fue en 1963 con la publicación de la novela La Mística Femenina (The Feminine Mystique) de Betty Friedan que los movimientos feministas como los conocemos ahora tuvieron un poder real de transformación. Las mujeres que impulsaron estos movimientos se veían a sí mismas como parte de una sociedad para la cual eran invisibles, que insistía en no reconocerlas como parte activa y fundamental. Desde las guerras mundiales, hicieron parte esencial de la fuerza laboral que mantenía a las naciones a flote, pero la aceptación de este hecho tardó mucho en llegar.
De esta forma, los movimientos feministas de los años sesenta construyeron una base teórica que les dio el poder real de transformación que por mucho tiempo buscaron. Entender y cuestionar las condiciones en las que vivían de forma cotidiana las llevó a poner como centro de su reflexión a la feminidad misma: aquello que significa ser mujer. De esta manera, las mujeres abrieron la posibilidad de empoderarse de la construcción de su propio género, a través de la constitución de su papel en la sociedad. Lograr esto significó ser visibles incluso para ellas mismas, ver aquello de lo que eran capaces y, en consecuencia, transformar su realidad.
El alcance de estas transformaciones empezó con el derecho a condiciones laborales dignas e igual oportunidad con los hombres. Esto garantizó una presencia mínima en el engranaje social, que permitió extender sus exigencias y cambios a otros ámbitos, como el derecho a la educación, al conocimiento, al voto, a la libertad y la decisión. En su expresión más radical, el feminismo ha llegado a exigir que se le regrese a la mujer, en un profundo sentido, su cuerpo y su sexualidad. El poder emancipatorio de los movimientos feministas se expresa en la posibilidad que ahora tienen las mujeres en gran parte del mundo de autodeterminar su propio destino. 
 












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